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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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28-11-2009

 

 

Julio A. Louis

 

Los “impresentables”

SURda

LaRca92

 

La bandera del Frente es la tricolor con la que Otorgués, al mando de las tropas orientales, entró a Montevideo en 1815. “Juan Manuel de la Sota registra la sorpresa causada por el traje sencillo y andrajoso que traían los soldados, reducidos a un poncho o jerga colgado por los hombros, algún asomo de calzoncillo, un trapo colgado por las quijadas y las cabezas desmelenadas'. Sorpresa y pavor.” (Carlos Machado, “Una historia de los orientales”). Cuando los perfumados cabildantes (¡qué más remedio!) salen a recibirlo, Otorgués los ignora y avanza a los gritos con su tropa. Un verdadero “impresentable”.

 

Dos siglos después entra al gobierno de Uruguay, otro “impresentable” (aún para algunos del mismo Frente) rodeado y empujado por mujeres y hombres sencillos como los de Otorgués. ¡Qué fácil y mentiroso es ser artiguista del diario “El País”, o de tertulias y mesas redondas y despreciar a su gente! Otra vez, el pueblo pobre y sencillo rodea y empuja. La mayoría no sabría gobernar, pero sabe qué quiere y en quien confía. La práctica, y sólo ella, demostrará si ha acertado con el conductor elegido. Mientras tanto la obligación de cada militante es ensuciarse en el barro del quehacer, exigiéndole al Pepe, a los demás y sobre todo, exigiéndose a sí mismo.

 

¿Qué es necesario y posible pedirle a este “impresentable”? Que cumpla con lo que ha dicho: que le dará mucho valor al funcionamiento colectivo; que no gobernará sólo él, o con Astori, o con cuatro más. Gobernará con el Frente, con el pueblo, con su gente. En Cuba se decía que Fidel era el principal opositor al gobierno, por su capacidad de escuchar, de auscultar, de estar donde hay que estar, y sobre todo, de corregir y corregirse, para lo cual hay que desterrar la soberbia. Eso es lo que debemos pedir y exigir al Pepe.

 

No obstante, desde ya, conviene ir precisando algunas cosas: sabemos que el Frente es una fuerza heterogénea, con un amplio espectro de centro y de izquierda que hay que considerar, por lo que el gobierno debe atender al equilibrio de fuerzas, procurando mantener la unidad y avanzando lo más que pueda; y que debe basarse en el programa del Congreso –máxima instancia partidaria- categórico en afirmaciones que empujan a la izquierda. La votación abrumadora del Congreso para elegir candidato a la presidencia, la de las internas de los partidos, y la nacional de octubre, han mostrado que las posiciones afines al Congreso han triunfado. Éstas afirman que el Estado debe ser activo y regulador, que las empresas estratégicas deben quedar en sus manos, que debe tenderse a un sistema estatal único de seguridad social, que Uruguay debe estrechar vínculos con el bloque latinoamericano, que somos antiimperialistas y contrarios a los TLC especialmente con EE.UU., que no debemos seguir abriendo puertos y zonas francas, que se debe frenar y evitar la concentración y extranjerización de los recursos naturales. Mújica si quiere gobernar con el Frente, su pueblo y su gente, deberá valorarlo, para evitar convertir a quien fue minoría en mayoría y a quien fue mayoría en minoría, lo que sería señal agorera de duros enfrentamientos.

 

El gobierno de Mújica –en el mejor de los casos- si logra asegurar siempre las mayorías parlamentarias no tendrá el pleno control del régimen, ya que habrá intendencias y eventualmente organismos tales como la Corte Electoral o el Tribunal de Cuentas hostiles. Tampoco dominará en las instituciones permanentes (Poder Judicial, Fuerzas Armadas, servicios de inteligencia, o las burocracias resistentes a transformaciones, algunas claves como la de la cancillería). Y sufrirá diversas presiones de las instituciones financieras de crédito y otros organismos representativos del poder trasnacional. En otros términos, tendrá en contra al poder del dinero, de las armas y de los medios masivos de comunicación, expresivos de los intereses del bloque dominante.

 

Tendrá que enfrentarlos o doblegarse, opción ésta, que contará con adeptos en los débiles que alaban a los organismos del capital trasnacional, que desconocen la existencia del imperialismo. Para enfrentarse y cumplir el programa del Frente, deberá contar, al menos, con dos poderosos instrumentos. El primero es el propio Frente, que para renacer de su debilitamiento tendrá que debatir profundamente los caminos a seguir en términos políticos y organizativos. El segundo es el movimiento de masas, que legítimamente recela del Frente Amplio, por las inconsecuencias demostradas en materia de política exterior, de salud sexual y reproductiva, de derechos humanos. Si Mújica no se apoya en y estimula a estas herramientas, troncharía a corto o mediano plazo el camino de liberación y terminaría conduciendo a la frustración. Tengámoslo todos bien presente.

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